Víctimas de su desconocimiento y de las fantasías —gracias a la cuales le habían supuesto un origen herético a aquella mortandad—, los sobrevivientes de la alguna vez floreciente ciudad de Larat recogieron sus prendas de más valor, licores y víveres, el dinero acumulado con tanto sacrificio y cuanto fuera de estricta primera necesidad, abandonaron sus casas y le prendieron fuego a aquel lugar en el que habían transcurrido sus vidas...